A las 6.35 de la mañana se han encendido las luces del Albergue. Así que, A JUGAR!!. Tras una nueva ducha en el spa multichorro (la mejor ducha que he vivido en el camino), hemos desayunado en un bar de la calle Mayor, donde nos hemos encontrado a los peregrinos bascos como siempre animosos y dispuestos. Llenado preceptivamente el buche hemos ido a la obligada foto en el Puente la Reina, que realmente es una pasada, románico y bien conservado y con unas vistas de impresión sobre la ciudad y sobre el río Arga. Poco después de pasar por el barrio de las Monjas hemos tenido que enfilar una dura cuesta que hacía polvo al más pintao...menos a los bascos, que nos han pasado a pesar de salir más tarde (Patxi, jodeeer!!!). Al salir de Mañeru, nos hemos encontrado a la chica alemana de Barcelona con sus hijos (los de la foto de ayer), que merecen no ya un 10, sino un 11 o un 22. Más adelante estaba Ciuraqui, que nos ha gustado mucho, aunque llana, llana, llana..., va a ser que no. No veas el sudor hasta llegar al Ayuntamiento (el camino cruza el edificio consitorial por un paso, con sello para la credencial a gusto del peregrino). La lluvia nos ha acompañado toda la jornada y ha hecho que determinadas sendas estuvieran con fango. Ideal para resbalones, caídas y esguinces: a nuestro peso en la mochila, súmale el del barro en las botas. Para Montse y Jesús ha sido bonito (aunque no creo que ellos opinen eso ahora) porque han vivido una auténtica etapa del camino: lluvia, incertidumbre, barro, ropa manchada, sudor del impermeable, comer en la calle con el cuerpo frío, ver gente con problemas para la marcha, cielo encapotado: vamos, una alegría jacobea!!! Pero esto es bonito. Permite enfrenarse a tu capacidad para saldar la etapa indemne, bien de ánimo si lo quieres y no darle importancia a unas inclemencias que ya remediarás con una buena ducha. Hemos pasado también por un tramo de calzada romana (a saber cuánta gente habrá pisado ese trozo del camino!), y hemos cruzado un puente de esta época romana. No se si han sido los romanos o la próstata, pero Jesús no ha tenido más remedio que echarse una meadita (jacobea, eso si). Otro repechón, tras pasar por el río Salado, nos ha hecho llegar hasta Lorca con la Iglesia de San Salvador, guapísima). Como llovía hemos continuado hasta Villatuerta, ya a puertas de Estella, donde hemos podido sellar en la Iglesia de San Veremundo, benefactor del camino. Aquí es donde hemos comido, en la calle, a la manera peregrina. Tras una senda, hemos tirado hasta Estella recibiéndonos el más que impresionante -a pesar de su estado-, Hospital de Peregrinos (fotografia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario