Iniciamos la etapa hacia Pamplona muy pronto, después de un festival de ronquidos españoles y alemanes. Dos teutonas como dos soles cantando guay defaine! Tuvimos incluso que dejarle a una las botas fuera de la habiación, pues sus calcetines eran pura fantasía. Nos levantamos con cierta preoupación por ver si el remedio gallego le había ido bien a Montse. Y creo que miña terra galega y el coraje femenino, obraron el milagro. Así que pa lante los de Alicante!. Almorzamos en el bar que reparte los embutidos de la zona, o sea, fantastique! Y ya con el buche dispuesto, comenzamos la andadura con prudencia por resguardar el pie de Montse. Sabíamos que la etapa era asequible pues además de un perfil dominable, teníamos el albergue de destino en Villava y no en Pamplona (cosas de Chuqui, es así), por lo que contamos 4 km menos de andadura. Tras cruzar por el Puente de la Rabia, hemos cruzado pueblos pequeños como Illaratz, Eskirotz o Larrasoaña, todos magníficos de estancia e imagen paisajística en su entorno (que verde era mi valle, o mejor, como viven los navarros, tú). El río Arga acompaña todo el camino y se agradece pues además de la vista del valle, es encantador oir el paso de un río norteño, de estos limpios, agradecidos, coloristas. La cima del día està en Akerreta, que cuenta con una iglesia con torrre y portada medieval. Todo sucede en el valle de Esteribar, de verdad, guapísimo. Tras una pista muy suave y después de haber dado consejo y fuelle a otra peregrina barcelonesa algo afectada en la rodilla (con rodillera pero sin querer aplicar ningún medicamento o pomada), alcanzamos un repecho que nos lleva finalmente a cruzar el útlimo puente de la jornada, el del río Ulzama, y entrar en Villava por la calle mayor, como unos campeones!!. Hemos cumplido.
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